Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

1990: Los guerreros del Bronx (1982, Enzo G. Castellari) Bronx Warriors/ 1990:I guerrieri del Bronx


Un paso adelante y estás muerto. Un paso atrás y estás muerto. Y si no te mueves estás muerto.

Explotation puro y duro que bebe de películas como Los amos de la noche (1979, The Warriors) o la mítica 1997: Rescate en Nueva York (1981, Escape from New York). Dirigida por todo un especialista del subgénero como es un Enzo G. Castellari que comenzó su andadura en el spaghetti western, rodó aquel fetiche para Quentin Tarantino llamado Aquel maldito tren blindado (1978, The Inglorious Bastards), y, a principios de los ochenta, ofreció su particular visión de Tiburón con L´ultimo squalo - aquí conocida como Tiburón 3 (¡chúpate esa, Spielberg!)-. 

Corre el año 1990 y el Bronx es un territorio sin ley. Unos créditos iniciales nos avisan de la macarrada que estamos a punto de ver y acto seguido sumergimos nuestros caretos en una trama que se centra en el rescate de la hija de un magnate que se ha escapado adentrándose en el Bronx: un territorio plagado hasta los topes de bandas callejeras que combaten a muerte entre sí. Pues resulta que la dama es recogida por una de las bandas y como su líder, Trash, le ha hecho tilín, se encuentra como Pedro por su casa y no hay dios que la eche de allí.  El padre de la fémina envía a rescatarla a un policía que está más pirado que cualquiera de los pandilleros (¡y ya es decir!) y claro, se arma gorda. 


El recorrido por la fauna más variopinta del Bronx se encuentra plagado de momentos descacharrantes a la par de psicotrónicos: las motos están decoradas con calaveras molonas; el vestuario pandillero va desde el cuero con tintes sado a la equipación deportiva del hockey sobre patines - pasando por modelitos y pinturas de guerra inclasificables-; el guión hace aguas por todas partes; las escenas de pelea son cutres de narices; otras, directamente, no tienen sentido; el protagonista parece un Pancho (el de Verano azul) pasado de horas de gimnasio que gesticula menos que una careta; y el final es tan abrupto que uno piensa que han adelantado los títulos de crédito. Pero en términos globales la película es cojonuda y tiene escenas flipantes. Como aquella en la que nos presenta a la banda de Pancho (digo la de Trash) en medio de un descampado y un tipo toca la batería (ejemplar ejemplo de sonido diegético) mientras la cámara sigue el ritmo presentándonos la jeta de los macarras del Bronx; o esa en la que un tío en moto se pega un piñazo y se ve claramente que es un extra que ha sufrido un accidente (cinema verite); o cuando vemos a The Ogre, el Rey del Bronx (Fred Williamson, actor que repetiría con Castellari unas cuantas ocasiones), y a su séquito, o a la otra banda que parece sacada de La naranja mecánica en versión danzarina; o cuando, de nuevo nuestro amado Pancho, contempla a su amigo moribundo (en una escena la mar de gay, todo hay que decirlo) y éste le pide que , por piedad, lo remate, y va Pancho y le parte el cuello. ¡Flipante!


He de decir que no he comprendido bien su profundidad debido a que el sonido de la copia que he visto era defectuoso. ¡Pero eso debe encumbrar más, si cabe, a tan insigne obra maestra! Porque, si pese a que no he entendido la mitad de los diálogos me lo he pasado de puta madre, ¡imaginad si la hubiese escuchado bien! Además, la carátula y el póster forman parte de la mitología ochentera que embellecía las estanterías y paredes de los videoclubs y, por si esto fuera poco, ¡podemos disfrutar de una segunda y hasta una tercera parte (ésta dirigida por Joe D'amato) que conforman la ya considerada de culto, Trilogía del Bronx!

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA




TRAILER

MEJORES MOMENTOS

La divertida noche de los zombies ( 1988, Ken Wiederhorn ) Return of the Living Dead Part II



 Tengo un presentimiento. Es como si ya hubiésemos estado aquí antes.


 Continuamos con la incursión en el subgénero de la comedia de zombis que habíamos realizado en la entrada El regreso de los muertos vivientes. Y qué mejor película para seguir por esos derroteros que su secuela, aunque sea (como casi todas las segundas partes) menor. El éxito de la película de O' Bannon provocó un lógico interés por continuar explotando un filón que se prolongó hasta en cuatro ocasiones. La que nos ocupa bien puede disfrutarse en cualquier ratillo en que uno tenga ganas de una película ligera y de cachondeo que, aunque no puede compararse con la original en cuanto a calidad, al menos da el pego y divierte. 


 Los famosos barriles repletos del gas Trioxin  vuelven a  estar en poder del ejército, pero la dicha no durará. Un barril cae de un camión que los transporta y termina en un desagüe próximo a un cementerio. Ahora son unos niños un poco capullos los que liberarán el gas e inicien el despiporre. Para nuestra sorpresa, los amigos Frank (James Karen) y Freddy (Thom Mathews), repiten aunque ahora se llamen Ed y Joey y y hayan cambiado del gremio médico al de profanadores de tumbas. Tal y como ocurrió en la primera parte, serán los primeros en atestiguar el regreso a la vida de los muertos. Jesse, un niño que había sido encerrado en la cripta del cementerio por los dos niños capullos que liberaron el gas, logra escapar y refugiarse en su casa junto a su hermana Lucy y Tom (Dana Ashbrook, conocido por su papel de Bobby Briggs en Twin Peaks), el chico del cable. A ellos no tardarán en unírseles Ed, Joey y Brenda (la novia de Joey) que resisten en la casa los ataques de los zombis que han ocupado una ciudad también sitiada por el ejército.
Los dos grupos terminan por separarse y volvemos a asistir a la conversión en muertos vivientes de Ed y Joey mientras que Jesse, Lucy y Tom huyen con un doctor Mandel que recuerda mucho a Ernie, el embalsamador de El regreso de los muertos vivientes. Al final son éstos los que descubren que por medio de la electricidad se puede acabar con los zombis, así que los atraen hasta una central eléctrica donde tratarán de eliminarlos.


Todo esto es contado de un modo todavía más desenfadado y ligero que la primera parte, no en vano, su director, Ken Wiederhorn, es conocido por películas como Desmadre en la universidad (1979) o Los albóndigas atacan de nuevo (1984). El humor aquí es mucho más acentuado y las partes escabrosas son suavizadas para que tengan cabida en un público más amplio - de hecho, yo creo que la inclusión de varios de sus protagonistas adolescentes tiene mucho que ver con esto -. Casi podría considerarse una parodia de la película de O’Bannon primando un humor negro que pueda ser digerido por todos los públicos: gran ejemplo de esto es ese desfase final en el que uno de los zombis electrocutados se parece y se mueve como Michael Jackson. Y si El regreso de los muertos vivientes nos mostraba a unos zombis sustancialmente distintos a los de La noche de los muertos vivientes, en La divertida noche de los muertos vivientes también se nos presentan algunas novedades: parecen más lentos, sumamente débiles a los golpes y les encanta la televisión; también podemos ver a Billy, como niño zombi.

Su presupuesto fue de unos seis millones de dólares y la recaudación superó los nueve. Un margen de beneficio suficiente como para afrontar una tercera parte dirigida por Brian Yuzna y que estaría más centrada en el terror.

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA

 
 Ficha técnica y artística

 TRAILER


De profesión duro (1989,Rowdy Herrington) Road House.



Un pedazo de truño protagonizado por el finito Patrick Swayze. James Dalton (Swayze), licenciado en filosofía metido a jefe de seguridad de los más selectos tugurios, impondrá el orden a base de dialéctica mamporrera, se ligará a la chica, vengará la muerte de su amigo y arrancará alguna que otra nuez (sí, la del cuello) con la mano. Lo triste de la película es que rozando por momentos el estatus de comedia involuntaria no llega nunca a alcanzarlo (y es triste porque al menos con una comedia involuntaria pasas un buen rato, véase "El justiciero nocturno" ) y pese a que algunas de las situaciones -los caretos de chico malo de Swayze, las coreografías de artes marciales o la cutrez general que desprende la película - provocan alguna que otra sonrisa, la sensación general es de haber visto un bodrio con auténticos momentos de vergüenza ajena.


Tened cuidado amigos, si no sois buenos James Dalton os arrancará la nuez con sus propias manos

Como anécdota decir que contó con la presencia de Jeff Healey, músico que gozó de cierta popularidad en las décadas de los ochenta y los noventa, quien compuso la banda sonora de "De profesión: duro"

Eso sí, no todo iba a ser malo, aquí tenéis lo que para mi constituye, sin duda, lo mejor de la película.


Kelly Lynch

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA


James Dalton en acción: patadas a lo Chuck Norris y sustracción letal de prominentia laryngea

Ficha técnica y artística

Trailer

Delitos y faltas (1989,Woody Allen) Crimes and Misdemeanors



Con una temática híbrida entre el drama y la comedia que nos trae a colación algunas de sus obras actuales como "El sueño de Casandra" o la galardonada "Match Point" (las similitudes son evidentes en este caso) , si bien es cierto que las últimas prescinden del toque humorístico presente en esta película, Delitos y faltas supone una de los trabajos más redondos del director neoyorquino.

La trama se desarrolla con dos historias paralelas que culminarán al final como una sola. Por un lado nos encontramos con Cliff Stern (Woody Allen), un documentalista de éxito moderado hastiado de su mujer y que se encuentra realizando un nuevo documental sobre su cuñado, el productor Lester (Alan Alda). Cliff se siente atraido por Halley Reed (Mia Farrow), trata de educar a su sobrina a base de películas clásicas y tiene como mayor influencia vital al doctor Levy, un filósofo superviviente del holocausto nazi. Por otro lado está la historia de Judah Rosenthal (Martín Landau), un oftalmólogo de prestigio que se ve en una encrucijada al ser chantajeado por Dolores Paley (Anjelica Huston), su amante despechada. Judah se verá avocado a tomar una decisión desesperada para evitar el escándalo y que su matrimonio se rompa.



Allen aborda muchas de sus inquietudes, que son ya temas recurrentes en su filmografía, en el contexto de la clase media alta judía asentada en la ciudad de Nueva York, y consigue un equilibrio perfecto entre un argumento en el que se reflejan reminiscencias a la tragedia griega y a Dostoievski- sin obviar algún toque de humor y planteando a la vez cuestiones de envergadura inmortal como las relativas a Dios, a la moral, a la justicia, al suicidio, e insertando sus habituales referencias cinematográficas que cristalizan en un ejercicio de metacine- y las actuaciones, en las que prima el conjunto frente a algún actor que brille con más intensidad que los demás (puestos a elegir me decantaría por las de Anjelica Huston y Martin Landau). Y allí donde otros probablemente caerían de pleno en el ridículo, Allen no sólo sale indemne de acometer tales peripecias, sino que lo hace sin despeinarse, logrando un resultado de naturalidad desbordante y eliminando cualquier rastro de artificio en cuanto a la forma o moralina fútil en cuanto al contenido.

El simbolismo del ojo a lo largo de la película es constante; así el ojo de Cliff lo ve todo a través de la cámara, captando incluso la verdadera personalidad de Lester, los ojos del rabino degeneran progresivamente hasta quedarse ciego, conservando su fe absoluta en Dios, los ojos que Judah tiene que observar, ya que paradójicamente es un oculista que ha perdido su fe, y por último, el ojo de Dios que los observa a todos.



El círculo se cierra con el encuentro de Judah y Cliff en una fiesta. Judah ha superado su arrepentimiento y le cuenta lo que ha hecho a Cliff de forma que parezca un guión cinematográfico, al responderle Cliff que el asesinato no quedaría impune, Judah le alega que no se trata de una película de Holywood, es la realidad. Así vemos como Judah se va con su esposa, ambos en estado de gracia, mientras un triste y desolado Cliff queda solo y borracho. Procediendo a una inversión de la suerte de Raskolnikov (personaje protagonista de "Crimen y castigo") se nos muestra una realidad en la que la justicia poética ha quedado suprimida y el arrepentimiento queda diluido en el paso del tiempo. En "Delito y faltas" triunfan los canallas; Judah consuma el crimen irresoluble y pese a mostrarse en un principio arrepentido se erige finalmente con renovado entusiasmo vital, el odioso Lester inicia una relación con Halley y la mujer de Cliff "conoce" a alguien.
El noble Cliff nos demuestra con su derrota absoluta que los finales felices sólo existen en las películas "made in Hollywood"

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA

Ficha técnica y artística

Trailer

Los cazafantasmas (1984, Ivan Reitman) Ghostbusters



 ¡Subcriaturas! Gozer el gozeriano, el Destructor, Zildrohar. El viajero ha llegado. Elegid y morid (Gozer el gozeriano)

El Viajante vendrá en una de las formas preestablecidas. Durante la rectificación del Vuldronaii el Viajante toma la forma de un gran Torb. Luego, durante la tercera reconciliación del último suplicante de los Meketreks escogieron otra forma para él: ¡la de un gran Sloar! Muchos Shubs y Zuuls descubrieron lo que era asarse en el fondo del Sloar aquel día, os lo aseguro (Vinz Clortho)

 


 Los doctores Peter Venkman (Bill Murray), Raymond Stantz (Dan Aykroyd) y Egon Spengler (Harold Ramis), ante sus escasos resultados en el campo de la investigación paranormal, son expulsados del departamento de parapsicología de la Universidad de Columbia. Es entonces cuando deciden emprender un negocio enfocado a la eliminación de fantasmas: por medio de un equipo de protones invención de la casa los atrapan y depositan en una unidad de contención. Lo que no saben es que su negocio les obligará a trabajar muchas horas extras…


La  idea original de este dicharachero grupo de exterminadores de seres ectoplasmáticos se fraguó en la cabeza de un Dan Aykroyd a tenor de dos de sus pasiones: el humor y lo paranormal. Para crear la historia tomó como influencia un artículo sobre física cuántica y parapsicología y películas como Spook Busters (1946) o Ghost Chasers (1951)-  protagonizadas por The Bowery Boys-  y las de corte más fantástico de Abbott y Costello –  Agárrame ese fantasma (1941), Abott y Costello contra los fantasmas (1948), Abott y Costello contra el hombre invisible (1951) y etcétera- . Bajo el título de Ghost Smashers, y con la incógnita del resto del reparto principal, la película iba a ser protagonizada por Aykroyd y su gran amigo (y compañero de Saturday Night Live) John Belushi. La trama incluiría viajes espacio temporales, un montón de monstruos gigantescos (el malvavisco gigante sólo iba a ser uno de ellos) y varios grupos de cazafantasmas. También existían diferencias en cuanto a los trajes (por ejemplo llevaban casco) o al equipo de protones (originalmente era una varita mágica). Cuando se lo presentó a Ivan Reitman a este le gustó, pero le advirtió que tendría que retocar el guión si no quería que los productores lo rechazasen por conllevar un presupuesto inasumible.  Fue el propio Reitman el que aconsejó a Aykroyd que incluyese a Harold Ramis y Bill Murray, y al parecer, sin tener el guión definitivo, se presentó delante de los productores y les dijo que la película iba a costar treinta millones de dólares. La cifra la dijo a boleo, pero aceptaron a condición de que estuviese lista en el plazo de un año empezando el ocho de enero de 1983. El estruendoso pistoletazo de salida sólo fue superado por el del resultado final.

Harold Ramis y Dan Aykroyd escribieron juntos el guión en el sótano de la casa de éste en unas tres semanas. Los cambios fueron varios. No sólo lo simplificaron las partes más grandilocuentes de la versión anterior, sino que – bajo consejo de Reitman y el propio Ramis – centraron la historia en el inicio de Los Cazafantasmas. Durante la escritura John Belushi murió por lo que Bill Murrai interpretaría al doctor Venkman. Para el papel de Winston Zeddmore habían pensado en Eddie Murphy, pero tuvo de declinar la propuesta al estar rodando Superdetective en Hollywood (1984) ¿Os imagináis a Murphy como cazafantasmas a expensas del soso de Ernie Hudson? Otro intérprete original que cambió fue John Candy, quien en principio iba a interpretar a Louis Tully, papel que recayó en el magnífico Rick Moranis. En cuanto a Egon Spengler, fue el propio Harold Ramis el que puso su nombre basándose en un compañero de escuela que se llamaba Egon y en el filósofo alemán Oswald Spengler. Con Sigourney Weaver como Dana Barret y Annie Potts en el papel de Janine el reparto quedó completo. ¡Luz verde para cazar fantasmas!

Boceto del Story Board de Ghost Smashers
 
 
 El rodaje transcurrió entre localizaciones reales en la ciudad de Nueva York, el plató de Columbia Pictures y otras localizaciones de Los Angeles. Así se pueden observar edificios como la Biblioteca Pública (los andamios que se ven en la película son reales porque estaban limpiando la fachada), la Universidad de Columbia, Central Park, el Parque de Bomberos, el Edificio 55 Central Park West (Calvin Klain tenía un apartamento en este edificio), el Lincoln Center o el New York City Hall. No obstante, en algunos de esos lugares, sólo se utilizaron los exteriores, siendo rodadas las secuencias de interior en otras ubicaciones. Por ejemplo, en el caso de la Biblioteca de Nueva York parte de la grabación del interior sucedió realmente en la Biblioteca de Los Angeles, lo mismo ocurrió con la Estación de Bomberos : se rodó en el interior de una estación abandonada (también de Los Angeles). Sin embargo, la escena en la que los cazafantasmas se precipitan al interior del pavimento tras la destrucción de la calle fue totalmente real… ¡Qué no cunda el pánico! ¡Sólo era una bromilla! Evidentemente esa escena se rodó en estudio y se emplearon grúas hidráulicas para simular el terremoto. Al 55 Central Park West se le añadieron ópticamente diez plantas en cuya cúspide se ubica El templo de Gozer, recreado en estudio. La escalera que suben no pertenece realmente al 55, sino al Biltmore Hotel, y también fue recreada con efectos ópticos en su mayoría, salvo dos pisos.
Hay una anécdota muy curiosa respecto al rodaje de exteriores. Resulta, que para el final de la película, cuando la multitud se agolpa en las puertas del edificio 55 Central Park West (donde está el templo de Gozer, vamos), se cortó el tráfico a varias calles durante determinadas horas de los tres días que se rodó en el lugar. En un momento determinado, Dan Aykroyd vio al famosos escritor de ciencia ficción  Isaac Asimov y fue a saludarle efusivamente al ser un gran fan, cuál sería su sorpresa cuando Asimov se le quejó airadamente por el fastidio que le producía esos cortes de tráfico.

John de Cuir (ganador de tres Oscar, entre ellos el de Cleopatra) fue el encargado del diseño de producción y de la dirección artística. De Cuir recurre a un diseño muy artesanal basado fundamentalmente en maquetas y decorados como el del templo de Gozer o las gárgolas del edificio 55. El supervisor de los efectos visuales fue el ganador de dos Oscar, Richard Edlund (La guerra de las galaxias, En busca del arca perdida). El de los efectos especiales fue Chuck Gaspar (Cortocircuito, Bitelchus, Arma letal). Tanto en el caso de los efectos especiales como en los visuales predominan las técnicas artesanales. Por ejemplo, cuando Dana está en la cocina y los huevos saltan y se fríen simplemente utilizaron unos resortes para empujar los huevos y una superficie caliente para freírlos. Uno de los efectos visuales más sencillos fue el que utilizaron para la escena en que el fantasma Slimer gira alrededor de la lámpara. Como tenían poco tiempo y los rasgos del fantasma no quedaban bien simplemente pintaron un cacahuete de verde y le dieron velocidad para que no se distinguiese muy bien. Por cierto, la glotonería de este fantasma es un homenaje al difunto John Belushi.
Lo que hay que tener en cuenta es que el año de los Cazafantasmas fue la antesala de los efectos digitales, utilizados por primera vez en El secreto de la pirámide (1985), después de esto, el trabajo manual  y el de los efectos ópticos se simplificó muchísimo.
La dirección de Ivan Reitman es correcta. Todos sabemos que no es Kurosawa ni Ford, pero aunque es frecuente que en el género del humor la cámara esté al servicio de los actores desdeñando piruetas de cámara o planos exquisitos, en esta ocasión pudo desplegar en mayor medida sus conocimientos técnicos al tratarse de un producto de alto componente fantástico. Reitman da rienda suelta a chistes y situaciones desternillantes sin desdeñar escenas genuinamente fantásticas e incluso alguna que roza el terror. Lo inverosímil va in crescendo, culminando con el malvavisco gigante, pero la grandeza de Los Cazafantasmas se encuentra en tornar lo que podría resultar ridículo en un momento hilarante tras otro y conjugarlo con una temática fantástica dando como resultado un híbrido perfecto de humor y fantasía. En esto, Reitman, resulta un claro vencedor.

 
 
 
 
 
 
¿Pero qué sería de la película sin sus protagonistas absolutos? Desde el principio quedan clarísimas sus personalidades: Venkman es la labia y la ironía, Raymond Stanz el entusiasmo y Egon Spengler el cerebro. Tres personalidades muy distintas que juntas encajarán como las piezas de un reloj suizo. No nos engañemos, el fuerte de la película son estos tres personajes a los que Bill Murray, Dan Aykroyd y Harold Ramis lograron transmitir todo la camaradería y compenetración que existía entre ellos en la vida real. Y eso no se finge. El que Reitman hubiese trabajado en dos ocasiones con Murray - Los incorregibles albóndigas (1979) y El pelotón chiflado (1981) – propició que diese manga ancha a sus improvisaciones, constituyendo, el personaje de Peter Venkman, quizás el más desmadrado de todo el reparto. En contraposición, el cuarto cazafantasmas interpretado por Ernie Hudson, ofrece una actuación, a mi juicio, poco menos que anecdótica. Hudson no aporta casi nada (por no decir nada) al papel de Winston Zeddmore ni a la trama general. Y las pocas veces que la cámara capta su atención desentona por completo con el resto de cazafantasmas. Cierto es que su rol sería como el del único con algo de sentido común, pero ese sentido común queda diluido por las locuras de sus compañeros y es difícil tomarlo en serio. ¿Os imagináis – repito-  a Eddie Murphy como Winston Zeddmore? Otro gallo hubiese cantado. Pero, en fin Serafín…

Pero no creáis que los secundarios se quedan cortos. Louis Tully, interpretado por Rick Moranis, nos ofrece momentos muy divertidos entre los que podría destacar la fiesta en su casa o la búsqueda de la “Guardiana de la puerta”. Gustó lo suficiente en esta primera parte como para que en la segunda tuviese más protagonismo, tanto que casi me atrevería a decir (incluso él se lo creyó en la ficción)  que es el verdadero cuarto cazafantasmas de la secuela. Annie Potts, como Janine, la secretaria de nuestros héroes, sigue la senda de los personajes más carismáticos repartiendo a diestro y siniestro con su lengua viperina. El conato de romance que mantiene con Egon fue reemplazado en la segunda parte por un idilio en toda regla con Louis Tully - ya veis, el “pringao” de Tully se lleva a Dana en la primera y a Janine en la segunda - , mucho más acertado que en esta ocasión a efectos interpretativos. Sigourney Weaver, como Dana Barret, ofrece un papel muy comedido que aporta credibilidad a la trama, ¡aunque quién se cree que se líe con el amigo Venkman! Mi escena favorita es en la que es atrapada por esa multitud de brazos que surgen del sofá y después arrastrada hacia la puerta donde espera Zuul (¡tremenda!). Mención aparte merece el sufrido William Atherton, quien se metió bajo la piel de odioso Walter Peck. Interpretó tan bien su papel de puntilloso secretario del Departamento de Medio Ambiente que aguantó insultos y bromas durante años después del estreno. Para rematar, cuando explota el malvavisco y le cae parte encima (en realidad era espuma de afeitar)  el actor no fue avisado previamente, y el cabreo que se pilló fue antológico.

 
  
 
 
 
El hilo conductor de la historia, una vez explica el origen del grupo y su primera captura, se desarrolla a través de Dana Barret. Ésta sufre una experiencia paranormal en su casa (atención al paquete de malvavisco que deja encima de la mesa antes de que salten los huevos) en la que se le aparece una especie de perro monstruoso que le grita: Zuul. Claro está, recurrirá a los cazafantasmas, quienes, con un Venkman en cabeza que demuestra un interés ajeno al comercial, comienzan a investigar y le dicen que Zuul es un semi dios adorado por hititas, mesopotámicos y sumerios. Al mismo tiempo descubren que la energía psicokinética de Nueva York es desorbitada. Pues bien, Dana y el pesado de Louis Tully serán poseídos por Zuul y por Vinz Clortho, dos pedazo de monstrencos de aspecto canino, y aunque conservan el aspecto humano dicen ser La Guardiana de la Puerta y El Maestro de la Llave. Juntos podrán invocar a Gozer, un dios cuyo advenimiento significará el fin del mundo (interpretado por la andrógina modelo eslovaca Slavitza Jovan). Además, capullo secretario de medio ambiente mediante, los fantasmas atrapados en la unidad de contención son liberados por todo Nueva York, siendo el edificio donde habita Dana una especie de superconductor diseñado para atraer toda la turbulencia espiritual; ahí es nada.
Este planteamiento da pie a muchas escenas memorables como las posesiones de Dana y Louis, la plaga de fantasmas que asola la ciudad o el enfrentamiento final contra el Hombre Malvavisco en el que se encarna Gozer: una especie de King Kong muy parecido al muñeco Michelin que es la imagen comercial de una marca de malvaviscos… ¡Y qué hay de los viajes en el cochazo Ecto-1¡ ¿Imposible citarlas todas, verdad?
Vicisitudes ficticias a parte, una muy real con la que tuvieron que lidiar durante el rodaje fue que una serie producida en 1975 por la CBS llevaba por nombre The Ghost Busters. Los productores crearon una lista de nombres alternativos, pero al ver que los extras, durante la grabación de la parte final, coreaban entusiasmados “¡Ghostbusters!” insistieron hasta comprar los derechos del nombre que todos conocemos.

 
 
 
 
 
 
 

Pero si memorables son muchas escenas, menos no es la canción homónima compuesta e interpretado por Ray Parker, Jr. Un super éxito que lideró la lista Billboard durante varias semanas y sumó ingentes beneficios a los ya logrados en las salas de cine. El videoclip resultó un reclamo comercial fabuloso y en él aparecen los propios cazafantasmas junto con Chevy Chase, Danny de Vito o John Candy entre otros. La canción no estuvo exenta de polémica al denunciar el compositor y cantante Huey Lewis que la melodía era un plagio de una canción suya compuesta en 1983 y titulada “I Want a New Drug”. El resto de la banda sonora contiene temas de The BusBoys, Alessi Brothers, Thompson Twins y Air Supply.
La música de la película fue compuesta por el ganador de un Oscar Elmer Bernstein (1967, Millie, una chica moderna) y conocido por sus trabajos en El cabo del miedo, Al límite o Mi pie izquierdo. La música de Bernstein destaca por el uso del Ondas Marnetot (que utilizaría en varias películas) y del sintetizador, instrumentos con los que consigue una música totalmente sobrenatural y acorde con las apariciones fantasmales.

Con un presupuesto de treinta millones de dólares, los beneficios que alcanzó en taquilla superaron los 238 millones en poco más de un año. Reitman comenta que se imaginaba el bombazo en taquilla al observar las reacciones de la gente en los pases preliminares y sobre todo teniendo en cuenta que estos pases se proyectaron con parte de los efectos visuales incompletos hasta poco antes del estreno. Un éxito respaldado por la crítica (American Film Institute le asignó el número veintiocho de las cien mejores comedias de todos los tiempos) y el público que considera a Los Cazafantasmas como un referente del cine fantástico y de humor dirigido a todas las edades. A raíz de ésto surgió una secuela, series de televisión, videojuegos y todo tipo de merchandising (que voló literalmente de las tiendas en pocas semanas) destinado a satisfacer el voraz apetito de los fans de los cuatro jinetes del ectoplasma.

Si hay algo raro, en tu barrio

¿A quién vas a llamar?

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA



Ficha técnica y artística

TRAILER


SELECCIÓN DE ESCENAS


ESCENAS ELIMINADAS


VIDEOCLIP



Dedicado a la memoria de Harold Ramis, nacido el 21 de noviembre de 1944 y fallecido el 24 de febrero del 2014. Descanse en paz.




Especial Comando III: Despropósitos


Como más vale tarde que nunca y lo prometido es deuda, finalizo el especial Comando con la sección “despropósitos”. Y es que si por algo es conocida esta película (aparte de la sublime actuación del Chuache y otros aspectos indicados en los dos artículos anteriores) es por la cantidad de errores de bulto que atesora. Aquí os mostraré los más evidentes.

El extra o el muñeco incoherente

Matrix se dispone a saltar del avión para escapar…

Pero cuando salta podemos observar claramente cómo el extra (o el muñeco) que lanzan del avión es, claramente, un hombre NEGRO y CALVO

Una vez en tierra vemos a un extra más coherente: blanco y con peluquín.

Matrix crece

Cuando , por alguna razón que aún no alcanzo a comprender, Matrix arranca el asiento del coche y se sienta queda a una altura más baja que Cindy

A continuación, inexplicablemente, aparece A SU MISMA ALTURA

La puerta abollada y la desaparición de Cindy

Esta escena es una de las más comentadas, pero yo he encontrado un añadido que la hace todavía más suculenta.

Los dos coches colisionan repetidas veces por el mismo sitio: parte derecha del coche rojo y parte izquierda del coche amarillo

Observamos cómo la parte izquierda del coche amarillo queda abollada … y de paso como Cindy (la chica) DESAPARECE SIN DEJAR RASTRO

Cuando montan en el coche amarillo vemos como SU LATERAL IZQUIERDO ESTÁ INTACTO

 Posteriormente vuelve a aparecer el lateral izquierdo dañado, pero ojo, aunque esté rayado no presenta NINGUNA ABOLLADURA

El cable

Este es uno de los errores más comentados. Si os fijáis, un cable sujeta la pierna izquierda del desdichado Sully

Siluetas

En esta escena se puede ver con toda claridad como los soldados son SILUETAS INMUTABLES ante la explosión

Trampolines

Matrix lanza una granada y dos soldados salen disparados … por medio de SENDOS TRAMPOLINES

  Balas infinitas

Matrix dispara una ametralladora cargada con una cinta de balas que NO SE TERMINA NUNCA


 Y con esta termina la tercera parte del especial Comando. Podéis leer las dos primeras partes del especial en los siguientes enlaces


Especial Comando II: Escenas impactantes

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA