Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

La Baronesa (2014, Ralph Barby)

 
  -¿Puedo preguntarle qué espera de la humanidad?

- En realidad nada. Es posible que me contradiga, pero los deseos, los instintos son una cosa, y la racionalidad otra. Es como enamorarse irracionalmente de una mujer que con su belleza seguro nos llevará a la total destrucción.
Al oir aquella frase metafórica, y mientras el científico suizo seguía hablando, en la mente de Efrén Vallejo Gudden apareció el rostro que lo subyugaba, aquel rostro en el que brillaban los enimáticos ojos de luna.

La Baronesa,  Ralph Barby
 

¡Oye! ¿El comentario de un libro que no es de cine en un blog de cine? Tranquilos, amigos porque todo tiene su explicación. La historia se remonta a una lluviosa tarde de domingo en la que, deambulando a la caza de algún libro en una feria de "stocks", conocí al editor Alberto Santos. Nuestra conversación, como no podía ser de otra manera, versó sobre libros y sobre cine. Y claro, llegados a ese punto cinéfilo el que suscribe no pudo dejar de recomendarle este blog. Fue entonces cuando Alberto Santos, en un acto de generosidad sin precedentes (y mira que he recorrido puestos de libros en mi vida), me regaló La Baronesa de Ralph Barby pidiéndome como favor que comentase el libro en este virtual espacio. Y ya sabéis, una promesa es una promesa.

Reconozco que desconocía por completo de Ralph Barby. Lo cual es sorprendente siendo yo fervor lector y él un escritor que ha vendido más de quince millones de libros por todo el mundo y escrito cientos de libros de terror, ciencia ficción, fantasía y género policíaco. ¡Ahí es nada! Pero bueno, el error quedó enmendado al abrir las páginas de La Baronesa.
 

La Baronesa es una novela de unas 300 páginas que se leen de un tirón. A esto ayuda mucho un estilo sencillo, ágil y puramente visual. Tal es el caso que parece que uno esté viendo una película en vez de leer un libro. Y no sólo estamos ante una novela cinematográfica por el estilo del autor, sino que en su contenido se agolpan multitud de referencias al séptimo arte. El cine de terror de la Universal, la Hammer o nombres patrios como Narciso Ibañez Serrador o Paul Naschy son claros ejemplos de lo que evoca esta lectura. Algunos personajes son muy icónicos y también recuerdan a figuras conocidísimas dentro de la literatura pulp o el cine de serie B. Así me imagino a La Baronesa como una actual condesa Bathory, al doctor Vallejo Gudden como un trasunto de la figura del "mad doctor" que tanta presencia tuvo en películas clásicas de terror y cuya máxima figura sería el doctor Frankenstein, y al tan bruto como mudo Storoz como uno de los ayudantes interpretados por Thor Johnson en alguna película de Ed Wood. Además, la parte de la gestación del hijo de Drakul remite directamente a La semilla del diablo (1968, Roman Polanski). Estos homenajes, desconozco si buscados o no, harán las delicias de cualquier cinéfilo al transformar la lectura en un juego muy disfrutable en el que uno parte a la caza de otra nueva referencia cinematográfica.

Pero La Baronesa no es cine, es literatura. Y Barby logra escribir, sin duda, una novela gótica moderna. Para ello maneja a la perfección los recursos estilísticos de la novela gótica, de la literatura pulp - que, por supuesto, conoce a la perfección -y del folletín, añadiendo algunas pinceladas de erotismo y combinando un lenguaje elegante, que recuerda a la época victoriana, con otro cotidiano y actual. Con este contraste en cuanto a estilo y el crisol de influencias que supone La Baronesa creo que Barby no trata de modernizar la figura del vampiro al estilo de películas como El ansia (1983, Tony Scott), Noche de miedo (1985, Tom Holland), Jóvenes ocultos (1987, Joel Schumacher), o Los viajeros de la noche (1987, Kathryn Bigelow), sino que retoma el testigo del Drácula de Stoker y lo implanta en el presente creando así una novela que resulta al mismo tiempo clásica y moderna y logrando salir indemne de tan osado intento.

Así que ya sabéis, mis queridos lectores, afilad bien vuestros colmillos y dadle un bocado a la novela de Barby de la que, por cierto, habrá segunda parte ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA

La Cosa (1982, The Thing) John Carpenter


En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente... (http://www.filmaffinity.com/es/film313264.html)


El hombre es el lugar más cálido para esconderse.

Obra maestra del cine de terror y posiblemente la película más redonda de Carpenter. Inicialmente concebida como un remake de El enigma del otro mundo (1951, Christian Nyby/ Howard Haws), tornó sin embargo hacia una adaptación del relato Who Goes There de John Campbell, en el que también se basó la película de Nyby y Hawks, al obviar esa especie de Monstruo de Frankenstein de El enigma del otro mundo y centrarse en la idea del relato original en la que un organismo extraterrestre es capaz de imitar la apariencia humana. Constituye la primera parte de la trilogía del apocalipsis que completan El Príncipe de las tinieblas (1987) y En la boca del miedo (1994).

El propio Carpenter reconoce que quizás se trate de su película más trabajada al contar con cerca de un año para su preproducción. Un tiempo más que holgado para un director acostumbrado a rodar en pocas semanas con bajos presupuestos. En el equipo técnico destaca Dean Cundey (Halloween, La niebla, Escape de Nueva York) como director de fotografía y el genial Rob Bottin (Aullidos, El chip prodigioso, Robocop) quien diseña y crea los efectos de maquillaje. El gran trabajo del guión fue a cargo de Bill Lancaster, hijo del conocidísimo actor Burt Lancaster. El storyboard es obra de Michael Plog. La música no fue compuesta por Ennio Morrinone, aunque el resultado es muy carpenteriano, quien pese a lo reputado de su nombre fue nominado a los razzies por peor banda sonora. Los exteriores fueron rodados en British Columbia y los interiores en Los Angeles, con temperaturas cercanas al bajo cero que provocaron multitud de constipados entre los actores debido al contraste térmico que sufrían al salir del estudio, y es que Los Angeles estaban siendo azotados por una ola de calor. En el elenco actoral repite por tercera vez Kurt Russell como protagonista, aunque se trate de una película coral. Un papel, que, por cierto, no iba en principio dirigido a él; Carpenter pidió consejo de amigo a Russel para elegir al actor que interpretase a MacReady, pero tras un tiempo infructuoso de búsqueda terminó por ofrecerle el papel.



Dos son los aspectos que destacan sobre manera sobre el conjunto de la película. En primer lugar ese ambiente de desconfianza, miedo y paranoia que se instala en el seno del grupo, porque, ¿quién está seguro de que la persona que tiene al lado es humana y no la cosa? Recordemos que "la cosa" asimila al organismo y adopta su forma como si de una réplica perfecta se tratara. La inquietante presencia del Alaskan Malamute da paso a una palpable tensión narrativa que Carpenter imprime de forma  soberbia, contagiando al espectador hasta el punto de que nosotros mismo desconfiamos, hasta el final, de quién está infectado o no. Pero no todo el mérito es de Carperter. El guión de Lancaster es preciso como un reloj suizo y una cornucopia de pequeños detalles, en ocasiones aparentemente insignificantes, que en conjunto potencian esa desasosegante atmósfera de paranoia pura. También ayudan mucho las actuaciones de un elenco electoral sumamente entregado, destacando la de Russel en la piel del piloto MacReady.  El grupo, aislado completamente a causa de un hostil exterior azotado por tormentas de nieve, viento gélido y temperaturas bajo cero, no puede huir de esa estación ubicada en algún lugar de la Antártida. El enemigo, por tanto, son enemigos. Tan despiadado se muestra el clima como el extraterrestre que los liquida de forma cada vez más sangrienta. Pero el mayor enemigo, metáfora de toda esta historia con envoltorio de ciencia ficción y terror, no es otro que la desconfianza que sienten unos por otros, porque, en palabras de Carpenter, el enemigo somos nosotros.
Esta claustrofóbica atmósfera queda apuntalada con un final desesperanzador, negativo al extremo y nihilista por antonomasia. Carpenter fue coherente hasta el final y rechazó el final feliz, pese a que sí se llegó a rodar: Mac Ready lograría ser rescatado y tras un análisis de sangre comprobaría que no estaba infectado - otro final alternativo,  que se puede ver en los extras de la edición especial en DVD, muestra como el Alaskan Malamute se aleja de los humeantes restos de la base -. En vez de eso abandona al héroe a merced de la hipotermia, con otro superviviente del que no estamos seguros no esté infectado (Childs, interpretado por Keith David), bebiendo güisqui y esperando una muerte segura mientras sonríe y remata con la enigmática frase final: "¿Por qué no esperamos aquí un rato a ver lo que ocurre?" 



El segundo aspecto a destacar son las creaciones y diseños de Rob Bottin. Sin duda al mismo nivel en cuanto protagonismo que la dirección de Carpenter o el guión de Lancaster. Bottin - siempre recordado por elaborar una de las transformaciones licantrópicas más espectaculares de todos los tiempos: la de Aullidos (1981, Joe Dante) -, no en vano discípulo aventajado de Rick Baker,  despliega su genio ilimitado en una inmisericorde muestra surtida de aberraciones sin parangón. No cabe definir las transformaciones y muertes con otro adjetivo que no sea el de brutal. A lo que asistimos es a un festival de lo grotesco que se da la mano con el subgénero gore. La película rebosa sangre, carne amorfa e imágenes que convierten a la más perturbadora pesadilla en una película de Disney. Ejemplos de esto son la transformación en la perrera, la cabeza que se despega del cuerpo para , a continuación, desplegar unas patas tipo arácnido y andar, o la bestial y alucinante secuencia en la que un torso se abre como si fuera una boca de enormes dientes afilados que amputan unos brazos de un mordisco. 





La recepción de La Cosa el año de su estreno no estuvo a la altura de sus expectativas. Cubrió gastos al recaudar cerca de 20 millones de dólares sólo en Estados Unidos (siendo el presupuesto de 15), pero quedó lejos de las cifras que se esperaban para una película tan espectacular. Las explicaciones a esta fría recepción son variadas. Hay quien lo achaca al estreno de E.T. ese mismo año; los espectadores preferirían la dulce visión de Spielberg que la despiadada de Carpenter. Otro piedra en el camino fue el estreno de Blade Runner (1982) el mismo día que el de La Cosa. Pero dejando aparte competidores más o menos directos, a mí me parece que el público no estaba preparado para asimilar esa grotesca y desesperanzadora pesadilla carpenteriana. Según Russel, a la gente le gusta ir al supermercado y comprar la carne envuelta y fileteada, pero nadie quiere ver como se mata y descuartiza al animal (ni, por supuesto, hacerlo). Y eso fue lo que Carpenter mostró. Con el paso del tiempo, ya fuese a través del alquiler en VHS, o por el boca a boca, La Cosa adquirió el estatus de culto que siempre debió ameritar, y hoy día es considerada una obra maestra del cine de terror. En Internet circulan miles de teorías (algunas muy interesantes, otras francamente delirantes) que especulan sobre el significado de su final, de algunos de sus aparentemente insignificantes detalles, o sobre quien está en realidad infectado; todo ello contribuye a acrecentar aún más su aura legendaria.

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA


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1997: Rescate en Nueva York (1981, John Carpenter) Escape from New York





Año 1997. El avión del presidente de los Estados Unidos es secuestrado por un grupo radical, pero consigue sobrevivir y se encuentra solo en las calles de Nueva York, donde Manhattan se ha convertido en una enorme prisión de alta seguridad. Ante la imposibilidad de lanzar una acción convencional, por miedo a que maten al presidente, se decide enviar a un agente secreto para rescatarlo. El elegido es "Serpiente" Plissken (Kurt Russell), un conocido convicto al que todos daban por muerto. (http://www.filmaffinity.com/es/film409098.html)

¿Tú eres Plissken , "El Serpiente"? Creía que estabas muerto.

A principios de los ochenta, después de haber rodado Halloween (1978), una de las películas más rentables de todos los tiempos, Carpenter y Debra Hill firmaron un contrato por dos películas con la productora Avco-Embassy. La primera fue La Niebla (1980), la segunda iba a ser El Experimento Philadelphia (que él mismo produciría en 1984), pero por problemas relativos al guión Carpenter propuso un proyecto que había escrito años atrás y que no era otro que 1997: Rescate en Nueva York. La idea se le ocurrió en 1976 tras el escándalo Watergate, pero también tomó inspiración en la película El justiciero de la ciudad (1974), sobre todo en lo referente a la concepción de la ciudad como un jungla. La reescritura del guión  la hizo junto a su amigo y compañero de universidad, Nick Castle (también es el hombre que se esconde tras la máscara de Myers en Halloween). Así, aprovechando el éxito de Halloween y de La Niebla, Carpenter por fin pudo dirigir la idea que le habían rechazado tantas veces durante los setenta.

Lo primero que destaca en 1997 es el personaje de Snake Plissken. El antihéroe carpenteriano por excelencia. Un tipo duro, cínico, misántropo, macarra e individualista, ataviado con una chupa de cuero, melenilla y parche en el ojo, magistralmente interpretado por Kurt Russell. Llama inmediatamente la atención el cambio de registro de un Russell que era conocido por su actuación en papeles cómicos y en películas de la Disney, sin embargo encajó en el personaje como un guante. La productora había propuesto a Charles Bronson y a Tommy Lee Jones, pero Carpenter confió en Russell, con quien ya había trabajado en el biopic Elvis (1979) - y con quien repetiría en La Cosa (1982), Golpe en la Pequeña China (1986) y en 2013: Rescate en L.A (1996) -. Russell se sometió a una dieta estricta y a un duro entrenamiento físico para encarnar al ex teniente de las Fuerzas Especiales, a quien él mismo definiría como una mezcla de Bruce Lee y El Exterminador (1980, James Glickenhaus) - en el estilo de lucha -, Darth Vader y la afonía de Clint Eastwood. Total, lo que resulta es un personaje icónico y con una gran presencia que dota de mucha fuerza a la película. Snake Plissken es un mito viviente, cuyo carácter legendario es confirmado por la frase tantas veces repetida de la boca de varios presos: "Creía que estabas muerto". Sin embargo, Carpenter parece querer recalcar la humanidad que se esconde tras esa fachada hermética e implacable, y es por eso que le hace sangrar, flechazo en pierna mediante, durante el último tercio, el cual se pasará cojeando.



 Todos sabemos lo buen narrador que es Carpenter, así que en este aspecto no voy a detenerme para repetir lo obvio. Sí añadir que su típico montaje paralelo (hablé de ello en el comentario de La Niebla) apenas tiene cabida aquí. Se trata de una narración lineal y directa, tanto como la propia historia: Plissken es reclutado a la fuerza por el jefe de policía para rescatar al presidente de los Estados Unidos, quien, tras sufrir un atentado terrorista a bordo del Air Force One, es secuestrado por los reclusos de una mega cárcel; Manhattan. Como veis, no hay mayor complicación, y lo que se narra es el periplo de Snake para rescatar al presidente, sin excesos visuales, ni de efectos especiales, sino de forma cruda y directa. Pero lo que Carpenter nos muestra, y que supuso un adelanto en su época - aunque algo tendrá que decir George Miller y su Mad Max - es una oscura distopía que nos desvela un estado policial total en guerra contra Rusia (la Tercera Guerra Mundial) y un presidente patético que pese a haber sufrido todo tipo de vejaciones durante su cautiverio, mostrará su verdadera cara al encontrarse en libertad. Plissken, otra vez Plissken, es el símbolo del hastío y el descontento social (¿os suena de algo?), y su indiferencia, ante la sociedad, ante su presidente, es tal que únicamente actúa por simple y pura supervivencia; la suya. Un ejemplo extremo de su actitud es cuando observa cómo unos hombres abusan de una mujer y sin mediar palabra continúa su camino. 

Pero no sólo de Snake Plissken vive 1997: Rescate en Nueva York. Otros personajes que habitan en esa selva urbana son El Duque (Isaac Hayes), jefe de la tribu presidiaria; el presidente de los Estados Unidos (Donald Pleasence); Buddie (Ernest Borgine) el taxista; Rehme (Tom Atkins); Cerebro (Harry Dean Stanton) y su pareja Maggie (Adrienne Barbeau); y el jefe de policía Hauk, interpretado por el mítico Lee Van Cleef, actor de presencia imponente y mirada gélida, auténtico mito del western por el que Carpenter muestra predilección y cuya incursión supone un nuevo guiño al género. Todos estos personajes comparten con Plissken su individualismo feroz y que sólo actúan para lograr su propio beneficio. Sin duda, una desoladora mirada. Carpenter no salva a nadie: ni al presidente, ni a la policía, ni al propio héroe; el microcosmos carcelario sólo es un reflejo de lo que hay detrás de sus muros: una sociedad podrida dominada por un aparato estatal represor.



Pero el verdadero protagonista de la película es el ambiente apocalíptico, otra vez la atmósfera, que Carpenter logra transmitir en su recreación de Manhattan. En este aspecto ayuda mucho la localización de East St Louis (Illinois), ciudad que había sufrido un gran incendio en 1976 resultando vecindarios enteros quemados, pero también el hecho de que la acción transcurra de noche y sin apenas luz eléctrica, potenciando la sensación de oscuridad, suciedad, fealdad y decadencia, que contrasta con la iluminación y la alta tecnología que podemos ver en la estación de policía. En este aspecto mucho tendría que ver el encargado del diseño de producción, Joe Alves. También destaca la fotografía de Dean Cundey y la música, como no , compuesta por el propio Carpenter y Alan Howarth. En el aspecto técnico señalar el empleo de Steadicam y del Scop. Como curiosidad señalar que James Cameron trabajó en el equipo de fectos visuales y que la voz femenina del ordenador es la de la propia Debra Hill.


Tras los éxitos de Halloween y La Niebla, con 1997: Rescate en Nueva York, Carpenter afianzó la estela del éxito, y su fama, tanto por la calidad como por la rentabilidad de sus obras, quedó bien consolidada; en este caso más de 25 millones de beneficios con 6 de presupuesto. Una cifra impresionante para una película que bebe de la serie B, el western, la ciencia ficción, la estética cómic, el cine postapocalíptico, y por supuesto la acción.

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA

Ficha técnica y artística

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LA NIEBLA


La Niebla (1980, John Carpenter) The Fog


En la costa de California se alza el pintoresco centro turístico de Antonio Bay. Mientras sus residentes se preparan para las celebraciones del centenario de la ciudad, la tripulación de un viejo barco aparece brutalmente asesinada. Al mismo tiempo, en el mar, una misteriosa niebla que oculta un mortífero secreto comienza a desplazarse inexorablemente cada noche hacia la costa. Según una leyenda local, estos extraños sucesos están aparentemente relacionados con un terrible acontecimiento sucedido hace cien años. A medida que se aproxima el día del centenario el horror se acerca a su clímax. (http://www.filmaffinity.com/es/film701969.html) 


¿Todo aquello que vemos o creemos ver, no es más que un sueño dentro de otro sueño?  (Edgar Allan Poe)

Son las doce menos cinco, casi medianoche. Hora para contar una historia. Una de esas historias que sirven para quitar el frío. Faltan cinco minutos para que comience el día 21 de abril. Hace cien años y precisamente el día 21 de abril en el mar, en las aguas que rodeaban Spivey Point, navegaba un velero que se acercaba a tierra. De pronto, en plena noche, se vio envuelto por la niebla. Por un momento esos hombres no pudieron ver nada, absolutamente nada. Pero al fin, divisaron una luz. Era una columna de fuego que ardía en la orilla, tan potente que podía atravesar la espesa niebla. Enfilaron la proa hacia aquella luz, que resultó ser una hoguera semejante a esta. El barco se estrelló contra las rocas, el casco se partió en dos, su mástil fue arrancado de cuajo. El barco se hundió, con todos los hombres abordo. En el fondo del mar reposa desde entonces el Elisabeth Dane, con toda su tripulación, con sus pulmones llenos de agua salada y sus ojos abiertos mirando fijamente en la oscuridad. Y en la superficie, con la misma rapidez con que llegó, se fue aquella niebla, retirándose mar adentro, y jamás volvió a aparecer. Por eso, los pescadores que viven aquí , lo mismo que sus padres y sus abuelos, creen que el día que la niebla vuelva a Antonio Bay, los hombres que yacen en el fondo de las aguas cercanas de Spivey Point, se alzarán, se alzarán y buscarán la hoguera que les condujo a su trágico destino y horrible muerte.


A John Carpenter se le ocurrió la idea central de La Niebla durante un viaje a Stonehenge, cuando promocionaba su Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976), y le llamó la atención un banco de niebla que se desplazaba sigilosamente por el mar. La semilla de La Niebla creció y se convirtió en un guión escrito por el mismo Carpenter y su habitual colaboradora, Debra Hill, quien también es productora, en el que la influencia de escritores como Lovecraft, Hodgson o Arthur Machen (Machen es el nombre del marinero interpretado por John Houseman) me parece evidente. La Niebla es una historia de marineros que regresan de la muerte para cobrar venganza y que explora uno de los miedos primigenios del ser humano: lo que oculta la oscuridad, aunque en esta ocasión no sean las tinieblas las que impidan nuestra visión, sino una niebla verdosa, plúmbea y luminiscente...  sobrenatural. 

La frase de Poe que abre la película (idea de Debra Hill), aunque parezca ajena a la trama, adquiere significado en la sobresaliente atmósfera onírica que destila cada uno de sus fotogramas. Y es que Carpenter, mediante el empleo de la música (compuesta por él), la iluminación (muy inquietante el uso de tonalidades verdes y rojas), la presencia de la sobrenatural niebla luminiscente y un ritmo propio del cine clásico en el que la historia cuece a fuego lento, consigue crear una película atmosférica por antonomasia. Ejemplo de esto es el magistral inicio en el que un viejo marinero relata una historia de terror a unos trémulos niños cobijados frente al fuego de una hoguera. Carpenter demuestra su maestría en esa magnética secuencia inicial con la que nos atrapa transcurridos apenas tres minutos, empleando únicamente el tic-tac de un reloj, los inquietantes acordes de su música, la tenue luz de la hoguera y la historia del velero Elisabeth Dane, relatada por el viejo marinero ante una infantil audiencia que escucha con los ojos como platos. De este modo tan sencillo, y genial, nos sumergimos en una historia clásica de fantasmas, tanto en su forma como en su contenido.



El 21 de abril de 1980 se cumplen cien años del centenario de la fundación del pueblo costero, Antonio Bay. A las 12 de medianoche extraños sucesos acontecen, sucesos que culminarán con el brutal asesinato de tres marineros por los seres que oculta la niebla. Tras estos acontecimientos, conectados directamente con el relato del marinero, la historia avanza a través de las pesquisas de sus personajes: Nick Castle (Tom Atkins), rudo marinero, junto a su fugaz amorío Elizabeth Solley (Jamie Lee Curtis), busca el barco que cree perdido sin conocer la suerte de sus compañeros;Stevie Wayne (Adrienne Barbeu), locutora de un programa de radio, divisa desde el faro una espectral niebla que va contra el viento; y el Padre Malone (Hall Hollbrock), a través del diario de un antepasado, descubre la maldición que se esconde tras la fecha del centenario, y qué es lo que acecha tras la niebla. Se trata pues de una historia coral en la que Carpenter maneja, como experto titiritero, varios personajes simultáneamente, y para ello se vale de un recurso constante en sus películas: el montaje paralelo.

Por medio de esta acción paralela consigue momentos de gran tensión, como cuando Stevie Wayne pide ayuda por radio al ver que la niebla se acerca a su casa, donde está su hijo, y Nick y Elizabeth acuden al rescate, o ese final en el que el grupo es atacado en la iglesia al tiempo que Stevie corre idéntica suerte en el faro desde donde emite su programa. Otro gran ejemplo de ese montaje paralelo, que en este caso le sirve para preparar el terreno para un golpe (efectista) de terror, es el momento en que el Padre Malone lee el diario a Kathy Williams (Janet Leigh, madre de Jame Lee Curtis e intérprete de la más famosa escena de ducha jamás rodada: la de Psicosis de Hitchcock) mientras Nick y Elisabeth están en el barco y este relata una historia que le ocurrió a su padre (que no es otra que la del mítico barco Marie Celeste), para culminar con el abrupto hallazgo de uno de los cadáveres.



Otra constante en el cine de Carpenter, del que La Niebla no podía escapar, es la idiosincrasia de sus personajes. En efecto, ya en las primera palabras entre Nick y Elizabeth queda claro por donde van los tiros cuando esta, al ser recogida tras hacer autostop, le pregunta: "¿Eres raro?" - a lo cual Nick le responde - "Sí, soy un tipo muy raro". Esta línea de diálogo resume a la mayoría de los protagonistas de Carpenter: anti-héroes o, en todo caso, jamás gente "normal" o adaptada a los parámetros por los que se rige la sociedad; pensemos  en "Snake Plissken", en Jack Burton, o en el obrero interpretado por Roddy Piper en Están vivos (1988). Por otro lado, todas las mujeres son fuertes e independientes: Elizabeth huye, sola, en busca de una nueva vida; Stevie cuida, también sola, a su hijo; y Kathy Williams, a pesar de recibir la noticia de la muerte de su marido, no renuncia a dar su discurso, sobreponiéndose a la noticia con pasmosa entereza. Las mujeres son absolutamente hawksianas, tanto es así que la sufrida Adrienne Barbeau tuvo que fumar para interpretar a su personaje, pese a no ser fumadora, porque Carpenter quería que fuese un homenaje a las mujeres de las películas de Hawks , muchas veces fumadoras. 

La veneración de Carpenter por Hawks también se manifiesta en el hecho de que en muchas de sus películas un grupo de personas se vea recluido en un espacio cerrado y amenazado por un peligro exterior, repitiendo el leit motiv de Río Bravo (1959). Tal es el caso, descarado, de Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976) o el de La Cosa (1982). En La Niebla esta recurrente situación no ocurre hasta el final, pero aún así, a través de ella llegaremos a la resolución de la trama.



Llama mucho la atención lo cuidado de todos los aspectos de su producción a pesar de contar con un presupuesto de sólo un millón de dólares. La magnífica fotografía corre a cargo de Dean Cundey (Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit), el encargado del diseño de producción, así como el editor, fue Tommy Lee Wallace (Noche de miedo II, It), y el genial Rod Bottin (Aullidos, Robocop, Seven), quien repetiría con Carpenter en La Cosa (1982), trabajó en maquillaje y en los artesanales efectos especiales. Algunos de los fantasmas fueron interpretados por Wallace mientras que Bottin hizo lo propio con Blake, e incluso Carpenter hizo un cameo como Bennet, del que se sintió sumamente avergonzado. La niebla fue creada mediante hielo seco y máquinas de niebla, pero la localización del faro en Point Reyes (California)- según parece el segundo lugar más neblinoso de América - facilitó mucho el conseguir tomas de niebla natural. Como curiosidad señalar que Carpenter rodó la Niebla en Bodega Bay , cerca de Point Reyes, misma localización en la que se había gestado Los Pájaros (1963, Hitchcock).

Si bien la intención de Carpenter fue en todo momento sugerir y dejar que el terror fluyera de la imaginación del espectador, cuando vio terminada la película quedó descontento porque se dio cuenta de que el resultado no era lo suficientemente terrorífico. Fue por eso que volvió a grabar diversas escenas potenciando el terror más visceral. Por ejemplo, en la matanza de los marineros, los fantasmas no eran mostrados y las muertes no eran tan explícitas, Carpenter cambió esto en las escenas añadidas y le dio un toque más violento. De todas las maneras, vista hoy, pasados treinta y cuatro años de su estreno, La Niebla es una película entrañable en comparación con los excesos visuales y de casquería a los que nos someten las películas de género. Y quizás este añadido a posteriori de muchas escenas tuviera mucho que ver con ese final tan facilón como precipitado que, a mi parecer, empaña un poco el conjunto de esta, por otro lado impecable, película.



La Niebla de Carpenter suele ser considerada una película menor dentro de los más selecto de su filmografía. Sin embargo, en el apartado comercial fue otro éxito absoluto al haber recaudado 21 millones de dólares con, recordemos, un presupuesto de uno. Por mi parte, cada vez que la veo paladeo con más gusto esta historia de terror gótica que constituye una pieza única en su especie. No recuerdo ya las veces que la habré visto y no hay una sola en la que cese de encontrar detalles nuevos. Para quien se acerque por primera vez a esta película le recomiendo hacerlo de noche, siempre de noche, a poder ser lluviosa, y con niebla, con mucha niebla ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA


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La gran revancha (1985, Sean S Cunningham) The New Kids (AKA Striking Back)

  

Abby McWilliams (Lori Loughlin) y su hermano Loren (Shannon Presby), siendo todavía unos adolescentes, se quedan huérfanos cuando sus padres mueren en un accidente. Se decide entonces que los jóvenes se vayan a Glenby, Florida, a vivir con su tío Charlie y su tía Fay, que poseen una pequeña gasolinera y un modesto parque de atracciones. En el instituto los hermanos no tiene problemas para hacer amigos, pero los problemas comienzan cuando el matón de la escuela, Eddie Dutra (James Spader), se encapricha de la bella Abby. (http://www.filmaffinity.com/es/film949003.html)

Película de acción juvenil que en ocasiones roza el thriller. Dirigida y producida por Sean Cunningham (Viernes 13), cuenta entre sus filas con actores conocidos como Eric Stolz (Máscara), Tom Atkins (La niebla, Cuando el terror llama a tu puerta) en un papel fugaz, James Spader (Lobo, Stargate, Sexo , mentiras y cintas de vídeo)interpretando al jefe de facinerosos y la preciosa Lori Loughlin (Padres forzosos).


Aunque las comparaciones son odiosas, la película que me viene a la cabeza tras terminar de ver La gran revancha es Perros de paja (1971, Sam Peckinpah). Y no porque se acerque a la maestría de esta a la hora de narrar una escalada de violencia que estallará en vorágine destructiva. Sino porque , salvando las distancias, repite su estructura aunque enmarcada en la temática juvenil de los institutos. Así tenemos a una pareja (en este caso hermanos) que se trasladan a otra ciudad y que poco a poco serán víctimas de las provocaciones y ataques de un grupo de paletos, culminando en una mortal confrontación final. Algunos detalles recuerdan demasiado a la película de Peckinpah, como la muerte del conejo (en sustitución a la del gato), o el intento de violación de Abby. Pero claro, donde Peckinpah exploraba la agresión humana huyendo de maniqueísmos  y mostrando situaciones de una ambivalencia moral que nos retorcían las entrañas, Cunningham se limita al plano más superficial y efectista que entronca con películas como Curso 1984 (1982, Mark Lester) o Calles Salvajes (1984, Danny Steinmann). 




He de matizar que pese a las similitudes que presenta con estas películas, La gran revancha es bastante más comedida (salvo en el tramo final) y menos estereotipada tanto en su planteamiento como en lo estético. Aunque ello no es óbice para poder leer entre líneas ese mensaje militarista tan en boga en la década de Reagan y encarnado en Loren (el desconocido Shannon Presley), quien gracias al entrenamiento militar recibido por su difunto padre (Tom Atkins) liquida a los macarras de la más variopinta forma en el parque de atracciones de su tío (son los 80, qué queréis). De todas maneras, los niveles de desfase alcanzados en Curso 1984 y Calles salvajes son difícilmente superables. Pero, precisamente la gracia de estas películas radica en esos excesos que les hacen rozar (cuando no la alcanzan plenamente) la parodia, y es por eso que me gustan más al encontrarlas mucho más entretenidas y divertidas. 


La gran revancha, aunque se deja ver, queda un poco en tierra de nadie y se me antoja un trasunto de Perros de paja juvenil y descafeinado, pero que gana  puntos con ese final abierto en el que la mirada vengativa del único superviviente de la pandilla de maleantes - un niño - sigue al grupo de Loren y Abby , quienes se alejan felices sin sospechar que la desgracia puede volver a cernirse sobre ellos.

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA


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