Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Runaway: Brigada Especial (1984, Michael Crichton) Runaway


Runaway brigada especial (Runaway, Tri-Star pictures, 1984) es un film a caballo entre el thriller policial y la ciencia ficción ochentera de serie B que nos dibuja un futuro optimista en el que los robots forman parte de la vida cotidiana. Fue escrita y dirigida por Michael Crichton (Almas de metal, 1973), que ha tenido una exitosa carrera como novelista (es el autor entre otras de Parque jurásico), y protagonizada por Tom Selleck y Cynthia Rodhes.

Sus puntos fuertes: Un planteamiento muy original, su estética típicamente ochentera de diseño y neón (a contracorriente de otros títulos futuristas de la época más oscuros y apocalípticos como Terminator o Robocop, aquí los policías están ociosos, visten uniformes elegantes y no están acorazados ni desbordados), un archivillano arquetípico que no deja indiferente, acción a raudales y unos efectos especiales que han resistido bastante bien el paso del tiempo. Su punto débil: La excesiva dependencia de su estrella protagonista ya que es una película hecha por y para su lucimiento.



El argumento

Jack Ramsay es un veterano policía que ha desarrollado fobia a las alturas tras no poder evitar unos asesinatos de los que se siente culpable. Por ello, pide el traslado a una unidad de segunda línea, la brigada Runaway que se ocupa de los incidentes con robots (muy escasos y casi siempre intrascendentes), un trabajo cómodo que le permite pasar tiempo con su hijo. Sin embargo, una noche sucede lo impensable: un robot doméstico ha matado a varias personas y retiene a un bebé en su cuna. Ramsay y su nueva compañera Karen Thomson acuden a la casa familiar y Jack consigue reducirlo y salvar al pequeño.

La investigación del suceso, que coincide con una extraña oleada de robots descontrolados, les lleva hasta un perverso científico llamado Charles Luther (que ha desarrollado unos microchips -el MacGuffin de la película- que convierten a los robots en asesinos), y a su posible cómplice, Jackie Rogers, la atractiva secretaria de la empresa que los fabrica.

Taimado y camaleónico, Luther ha creado también un arma imposible, una pistola con un proyectil programable para seguir a un objetivo hasta destruirlo, que es capaz incluso de doblar esquinas, y también unos microrobots asesinos similares a insectos.

El caso va a convertirse en un enfrentamiento personal entre Luther y Ramsay en el que se verá complicado su pequeño hijo. Para salvarle, Jack se tendrá que enfrentar a sus propios miedos en lo alto de un edificio en construcción.


Los protagonistas

La estrella indiscutible de la película es el imponente Tom Selleck, famoso entonces por la serie Magnum y que estuvo a punto de ser Indiana Jones (de hecho Lucas y Spielberg escribieron el personaje para él pero la CBS esgrimió su contrato y el papel recayó en la segunda opción, Harrison Ford). Para hacer Runaway, Selleck decidió cortarse el pelo a cepillo para darse un aire más futurista y así huir de la imagen campechana de Magnum pero mantuvo su poblado bigote como seña de identidad. Selleck es el sargento Jack Ramsay, un experimentado policía que dirige la unidad.

Su partenaire es Cynthia Rhodes, que además de actriz es cantante y bailarina (participó en títulos como Flashdance o Staying Alive, la fiebre continua). Rhodes interpreta a la agente Karen Thomson, la nueva compañera de Ramsay y su posible interés amoroso. Su naturalidad y su sonrisa aportan frescura, y también consiguen sacar a Selleck de su encorsetado rol de tipo duro.

El antagonista de Selleck es nada menos que Gene Simmons, afamado rockero y vocalista del grupo Kiss. Su interpretación del malvado Dr. Luther es sencillamente magistral, compone un malo-malísimo de manual, abyecto y sin fisuras, justificaciones o medias tintas, que te atemoriza sólo con la mirada.

Completa el cuarteto protagonista la exótica Kirstie Alley, lanzada al estrellato tras su debut en Star Trek II, la Ira de Khan. Alley, que interpreta Jackie, la secretaria, amante y ambigua cómplice de Luther, tiene quizás el papel más interesante y menos estereotipado de los cuatro porque se mueve a caballo entre su fidelidad al malo y su deseo de no causar daño. Además provoca sutiles celos a Karen, ya que Ramsay se siente atraído por ella desde el primer momento en que la rescata de un robot centinela descontrolado.

Completan el reparto, secundarios de lujo como G. W. Bailey (al que todos conocemos por ser el teniente Harris de Loca academia de policía y que aquí también hace de inspector jefe pero serio), el actor afroamericano Stan Shaw que interpreta al analista policial del equipo, y Marilyn Schreffer que pone voz a Lois, la fiel y cumplidora robot-canguro que cuida del hijo de Ramsay (Joey Kramer).


Conseguidas escenas de acción y armas imposibles

La película contiene fantásticas escenas de acción y otras llenas de dramatismo e intensidad. Los efectos especiales, todos rodados sin artificios digitales, son muy notables para la época y han resistido estupendamente el paso del tiempo, salvo tal vez el vuelo del minimisil, realizado con fundidos. Además,
para suplir la falta de medios, se utilizan recursos narrativos y visuales propios del cine más clásico y que hoy en día se echan de menos en las apabullantes películas actuales.

Entre las escenas más memorables, todas con Selleck como protagonista, está el rescate del bebé en medio de una nube de periodistas (con traje “disruptor” y arma de rayos incluidos), o la emocionante secuencia en la que Ramsay se ve en la necesidad de extraer urgentemente uno de los proyectiles explosivos del brazo de su compañera en plena escena del crimen, y que resulta extraordinariamente intensa pese a que se sostiene tan sólo con diálogos, primeros planos de Karen y una imagen radiográfica; sin que se vea una sola gota de sangre (eso es cine).


También destaca el primer disparo de la superarma antipersona, que pasa de largo a Selleck porque está programada para matar a otro y que era la imagen reclamo en el tráiler.

Otro de los momentos estelares de la película es la persecución nocturna en coche autoguiado esquivando pequeños “rastreadores” explosivos, también el enfrentamiento final en lo alto de un rascacielos a medio construir al que se llega por un veloz ascensor robótico sin compuertas, custodiado por esos pequeños pseudoinsectos metálicos que ya hemos visto hacer de las suyas durante toda la película, y que son los que al final acaban con su malvado creador. Además, la película termina según los cánones del género: con susto y beso, un beso que se prolonga y se prolonga por los títulos de crédito.


Impresión final

Runaway brigada especial, siendo un título menor, es una buena película de policías con el punto justo de acción, romance y ciencia ficción, que nos retrotrae a la visión que en los ochenta se tenía del futuro que hoy es presente y que en tantas cosas no es como hubiéramos querido o esperado. Desde una óptica personal puedo decir que fui al cine a verla –con mis padres, por supuesto- y me encantó, la tengo grabada de la tele en una vieja cinta VHS borrosa y llena de saltos, y no me la pierdo cuando me entero de que la repone algún canal.

VICTOR SANCHEZ GONZALEZ


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El templo del oro (1986, J.Lee Thompson) Firewalker


Hoy conducimos nuestro Delorean hasta el año 1986, año del Mundial de México, donde ya nos la liaron nada más empezar, con aquel gol anulado a Michel contra Brasil, aunque luego el Buitre destapase sus esencias goleadoras y tetragolease a la por entonces poderosa Dinamarca…pero esa es otra historia.

Lo que os traigo hoy es para el que suscribe este escrito, una de las mejores y más entretenidas películas de lo que solemos llamar “Buddy movie”, es decir, película de colegas.


Protagonizada por Chuck Norris, Louis Gosset Jr (ganador de un Oscar por su papel en Oficial y Caballero), la belleza deslumbrante de Melody Anderson y por dos secundarios de lujo Will Sampson y el inolvidable Salah de Indiana Jones: John Rhys Davies.

La trama se centra en la búsqueda del templo del título, por parte de nuestros dos héroes, mientras en la sombra Sonny Landham trata de evitarlo, interpretando aquí uno de sus característicos papeles de villano.

No sé si es por el hecho de que fuese una de las primeras películas que vi en el cine o por el hecho de que saliese mi adorada Melody Anderson, el caso es que siempre le he tenido un especial cariño a este film, en el que digamos que consiguen explotar la vena cómica de Norris junto a Gosset, sin por ello disminuir la acción y especialmente las patadas laterales de nuestro adorado Chuck.

Película entretenida a la par que entrañable, con aroma a perfume aventurero, esencia de plástico brillante y cartón piedra ( lo del templo, es un ejemplo de cómo ahorrar unos eurillos en un mismo decorado) sin trampa, no esconde sus intenciones desde el minuto uno con las escenas en el desierto.


Tanto en aspecto humorístico, como en el de ser una película para evadirse, de aventuras, la Cannon sabía donde tenía que beber, es decir, Indiana Jones y Alan Quatermain, ya que en todo momento todo te suena a algo visto previamente, aunque raramente no te resulte pesado, ni en aquella época, ni con el visionado reciente, ya que es de esas películas que por su carácter añejo, se le sigue queriendo y disfrutando como hace treinta años.

Espero que podáis volver a verla y me contéis vuestras impresiones, especialmente os la recomiendo para esos sábados o domingos de invierno en los que único que apetece es tomar un chocolate caliente ,tapados por una manta y disfrutar una buena película.

Nos leemos en la siguiente review, ochenters.

Mi nota: 7.5/10

Próxima parada: “Golpe por Golpe” año 1981

Jose María Molano

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Star Trek II: La ira de Khan (1982, Nicholas Meyer) Star Trek: The Wrath of Khan


La última oportunidad para la Enterprise

Si Star Trek celebra su 50º Aniversario con un nuevo film estrenado recientemente y una nueva serie en producción lista para estrenarse en unos meses, se lo debemos en buena manera a Star Trek II. Para comprender este hecho, hemos de resumir brevemente los antecedentes acaecidos años antes.

Tras el éxito abrumador de Star Wars en 1977, Paramount Pictures, dueña de los derechos de Star Trek, decidió sacar del ostracismo a Kirk, Spock y compañía invirtiendo un presupuesto sin precedentes con el fin de obtener un éxito parecido al de la saga de George Lucas. Para ello no se escatimó en medios, y se contrató a un director de renombre como Robert Wise (West Side Story, Sonrisas y Lágrimas, Ultimátum a la Tierra, el Yangtsé en llamas...) para dirigir la película, a Jerry Goldsmith para componer su magnífica banda sonora, Douglas Trumbull a cargo de los efectos visuales, Gene Roddenberry (creador de la serie) como guionista y productor, Isaac Asimov colaborando en el guión, decorados espectaculares, un vestuario tremendamente variado, etc... La dificultad de la producción disparó el presupuesto hasta los 45 millones de dolares, y pese a que en taquilla alcanzó los 82 millones de recaudación en Estados Unidos, no fueron las cifras esperadas por Paramount para una producción de semejante inversión. Y lo cierto es que la película tiene una impecable factura, la historia es interesante, está bien dirigida... ¿Entonces?, ¿Donde está el problema?, el problema es que para el espectador en general resultó muy aburrida. Fue una película más cercana a “2001” de Kubrick que a la esencia de la serie original de los sesenta.


Por ello, gran parte de los directivos de Paramount no querían oír hablar de una posible secuela, sin embargo, Charles Bluhdorn, presidente de Gulf+Western, gran fan de la serie a su vez, se reunió con el presidente de Paramount, Michael Eisner, para proponer una segunda parte. Llegaron a un acuerdo y contrataron a Harve Bennett (responsable absoluto de resucitar la saga) como nuevo productor, apartaron a Gene Roddenberry del proyecto relegándolo a un simple cargo de renombre con gran sueldo pero nulo poder ejecutivo, y sobre todo y por encima de todo, redujeron el presupuesto a unos míseros 11 millones de dolares.  

Producción imposible

Harve Bennett tenía fama de ser un productor controlador y experto en ahorrar cada centavo de cualquier producción. Sin embargo, pasar de un presupuesto de 45 millones a unos paupérrimos 11 requería tremendos quebraderos de cabeza.
El primer problema a solucionar era crear un guión dinámico y que resultase económico. Se recurrió a varios guionistas, algunos de ellos procedentes de las serie original, sin éxito; ideas interesantes pero sin concretar un guión que entusiasmase a los directivos de Paramount.

A su vez, Bennett se enfrentaba a más retos, uno de los mayores era que Leonard Nimoy se negaba en rotundo a participar de nuevo interpretando a “Spock”. Nimoy estaba tremendamente enfadado con el resultado de la producción del 79 y acabó completamente harto de Star Trek. Dejó muy claro a Bennett que si volvía a participar en la saga no sería por dinero sino por un guión realmente interesante para su personaje. Bennett que era un tipo muy listo propuso a Nimoy que “Spock” muriese en esta segunda parte, hecho que le entusiasmó y además le posibilitaba dejar la saga con buen sabor de boca, por lo que aceptó.

Mientras tanto, el guión iba tomando forma y se eligió contar con un personaje malvado que fuera la contrapartida a Kirk en la película, y que mejor para ello que elegir de nuevo a “Khan Noonien Singh”, del capítulo de la serie original llamado “Space Seed”. Ricardo Montalbán, magnífico actor mexicano de padres españoles, se encontraba por aquel entonces rodando la quinta temporada de “La isla de la fantasía” y estuvo encantado de volver a encarnar a “Khan”.

Pero sobre todo, el mayor de los retos era encontrar un director capaz de dirigir una producción tan caótica y con un presupuesto tan nimio. Bennet recurrió a un joven director que conocía bien por su etapa en la televisión, Nicholas Meyer.

Si a Bennett se le debe el resurgir de Star Trek; la determinación, profesionalidad y pasión de Nick Meyer supusieron el éxito de Star Trek II. Es Meyer, pese a no aparecer en los créditos, el que en doce días logró reescribir un guión que incluyese la muerte de “Spock”, la aparición del hijo de “Kirk”, el arma “Génesis” y dar protagonismo a “Khan”. Así como montar la película a poco más de cinco semanas del estreno del film en cines, todo ello a base de horas y horas de trabajo, dormir en el plató, etc...


Más sacrificios

Bennett tuvo que realizar la cuadratura del círculo para no sobrepasar el escaso presupuesto. Tuvo que descartar a Douglas Trumbull en el apartado de efectos visuales y recurrir a ILM que por aquel entonces ya disponía de equipos estandarizados que minoraban costes; con todo, y pese a reutilizar planos de Star Trek: La película (1979), el trabajo fue realmente bueno y los técnicos de efectos consiguieron el hito de crear la primera secuencia generada totalmente por ordenador en la historia del cine (la secuencia Génesis).

No se pudo contar tampoco con el gran Jerry Goldsmith para crear la nueva banda sonora, y se contrató a un desconocido James Horner, que años más tarde se convertiría en uno de los mejores compositores de todos los tiempos, y que en esta secuela consiguió una magnífica composición.

Aunque los mayores sacrificios se realizarían en los decorados. Si Robert Wise contó con grandiosos y diversos decorados, Nick Meyer tuvo que reutilizar los pocos de los que debía; como curiosidad contar que tanto las secuencias del puente de mando del “USS Reliant” como las del “USS Enterprise”, usan el mismo decorado con algunas modificaciones. Primero se tuvieron que rodar todas las escenas de “Khan” en el “Reliant”, desmontarlo, volverlo a montar y rodar las del “Enterprise”.

El vestuario también se vió afectado; dejaron de lado los cuantiosos y “apagados” trajes de la primera parte para estandarizar un nuevo uniforme paramilitar que se adoptaría en las diferentes secuelas.


La clave del éxito de Star Trek II

Por encima de todo yo destacaría la tremenda interpretación de Ricardo Montalbán como “Khan”. El rencor y la obsesión que logra impregnar al personaje, sus diálogos, la pasión con la que lo interpreta hacen de “Khan” el mejor “malo” de toda la saga Star Trek y uno de los mejores “malos” del celuloide.
Star Trek II es una película dinámica, apasionante, llena de acción, con un rival a la altura de “Kirk”, la inolvidable muerte de “Spock”,etc... Y además logró una recaudación de 78 millones de dolares, proporcionalmente infinitamente más rentable que la primera parte.

En definitiva, todo un éxito que logró resucitar una franquicia que parecía muerta en el 79, y que propició la infinidad de películas y series posteriores. Para gran parte de los amantes de Star Trek, y yo también comparto esa opinión, “Star Trek II: La ira de Khan” es la mejor película de toda la saga.

LARGA VIDA Y PROSPERIDAD”


por Rafael Fernández Moreno

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Star Trek IV : Misión, salvar La Tierra (1986, Leonard Nimoy) Star Trek IV: The Voyage Home


El fenómeno Star Trek celebra su cincuenta cumpleaños, y lo hace en torno a la fecha del 8 de septiembre, por eso, CINE DE LOS OCHENTA va a reseñar sus más relevantes títulos cinematográficos en la década, empezando por la película más ochenter de todas: Star Trek IV: Misión salvar la Tierra (Star Trek IV: A voyage home, Paramount Pictures, 1986) dirigida por Leonard Nimoy y protagonizada por el reparto original de la serie.

Sus puntos fuertes: El original argumento lleno de humor y guiños a la actualidad de entonces -los tripulantes del Enterprise retroceden en el tiempo a 1986-, que la hizo convertirse en la más rentable de la serie en la década, el trabajo del elenco protagonista en el que todos tienen su momento de lucimiento, y el toque de denuncia en favor de la defensa del medio ambiente y las especies animales amenazadas. Su punto flaco, unos efectos especiales que entonces parecían espectaculares pero hoy en día están superados pero conservan el encanto de los fondos pintados, los decorados, las maquetas y los fundidos.

Según Leonard Nimoy, tras una primera película muy visual pero algo estática y dos continuaciones espectacularmente intensas pero muy dramáticas, tanto el productor Harve Bennett como él, estaban decididos a “animar la cosa” en esta cuarta. Tanto Bennett como Nick Meyer, otro veterano de la franquicia se encargaron de pulir el guión, que incluía un viaje al pasado, se pensó en Roma o el Lejano Oeste y al final fue a la actualidad de entonces.

Para Nimoy, como cuenta también en su libro de memorias, este nuevo rodaje como actor-director iba a ser un reto exigente (Mientras Star Trek III se había rodado en estudio y él sólo aparecía a ratos, esta iba a rodarse casi toda en exteriores de San Francisco y San Diego, y él aparecía en casi todo el metraje), lo que le obligó a ponerse en forma y dejar de fumar. Pero todo mereció la pena porque cuando terminó, se quedó con esa “sensación de satisfacción” de haber devuelto a Star Trek y a Spock mucho de lo que le había dado.

El argumento

Tras rescatar a Spock desobedeciendo las órdenes de la flota estelar, Kirk y su equipo son unos proscritos que pilotan una nave Klingon. Decididos a afrontar su destino, deciden regresar a San Francisco para ser procesados, pero, cuando se acercan a la Tierra, detectan una señal desconocida. Se trata de una enorme y poderosa sonda que emite un mensaje indescifrable al tiempo que destruye todo a su paso mientras se dirige también a la Tierra amenazando con destruirla. Aislando la señal, Ujura y Spock deducen que se trata de un canto similar al de las ballenas, pero en el siglo XXXIII el ser humano las ha extinguido por completo. La solución: forzar la velocidad de curvatura para viajar al pasado, algo que ya han hecho antes, para ir a finales del siglo XX y traerse a dos ballenas para que “hablen” con la amenazante sonda.

A su llegada, la tripulación espacial no desentona en la variopinta fauna urbana del San Francisco de 1986, pero están totalmente fuera de lugar, lo que desemboca en situaciones hilarantes y otras peligrosas. Se distribuyen el trabajo: Kirk y Spock conseguirán las ballenas, Uhura y Chejov combustible nuclear para los vacíos depósitos del ave de presa klingon tras un viaje tan exigente; por su parte, Scotty y McCoy han de fabricar con tecnología de la época, un tanque para albergar a sus nuevos huéspedes para que Sulu lo transporte a la nave.


Los protagonistas van a contar con la inesperada ayuda de una joven bióloga marina, Gillian Taylor, que trabaja en el acuario de la ciudad, donde hay a una pareja de ballenas en cautividad que pronto van a ser liberadas. Es la ocasión perfecta. Kirk traba amistad con Gillian que al principio reacciona con escepticismo pero luego se compromete a ayudarlos. Sin embargo, la prematura puesta en libertad de las dos ballenas precipita los acontecimientos y el grupo tiene que despegar rumbo a alta mar para salvarlas de unos desaprensivos balleneros. Finalmente regresan al futuro para soltar a los cetáceos justo en el momento en que la Tierra va a ser destruida y así salvar el planeta.



Momentos inolvidables

Tras un comienzo más pausado, la película adquiere un ritmo trepidante con la llegada de los protagonistas al San Francisco de los ochenta (Las escenas de las calles se rodaron con peatones y tráfico reales lo que, según Nimoy resultó mucho más emocionante). Tiene momentos muy divertidos, como en el que Spock para los pies a un gamberro en el autobús con su famoso pellizco vulcano y arranca el aplauso de los viajeros; el memorable diálogo de Scotty con el vetusto ordenador ochentero a través de un primitivo ratón que utiliza como micrófono (“Hola, computadora…”); cuando un hombre vestido de forma extraña y con evidente acento ruso acompañado de una mujer de color, Chejov y Uhura, preguntan por la calle dónde está la base de los portaaviones nucleares (esta escena se rodó con cámara oculta para ver la reacción real de la gente, recordemos que entonces estábamos en plena Guerra Fría, de hecho, si nos fijamos, un policía en moto observa la situación con desconfianza y la persona que finalmente les hace la indicación es una viandante improvisada); o cuando Sulu se sube a un helicóptero UH y le preguntan “¿Pilota usted?” y él responde con modestia “un poco”. 



Mención aparte, casi al final, la escena del hospital, cuando un espantado Dr. McCoy pide a sus compañeros que rescaten al accidentado Chejov exclamando “¡no podemos dejarlo en manos de la medicina del siglo XX!”. Se puede ver en las caras lo bien que se lo estaban pasando los actores mientras rodaban la persecución por los pasillos. Como también ocurre en la escena final, con todos saltando al agua como adolescentes en una juerga.



También hay otros momentos no tan hilarantes y más propios de una película de ciencia ficción. Los efectos especiales, encargados a la prestigiosa e innovadora ILM de George Lucas, combinan momentos aun hoy impactantes, como los vuelos espaciales, las teletransportaciones o la recreación mecánica de las ballenas George y Gracie, los MacGuffin de la película (recursos que hacen de hilo conductor de la trama), con otros por los que ha pasado más el tiempo, como algunos fundidos o el psicodélico y casi lisérgico momento del viaje atrás en el tiempo a velocidad diez de curvatura.

El reparto

Participan en esta película los actores habituales de la serie, “los siete magníficos” como los llama cariñosamente Nimoy, a saber: Bill Shatner como Almirante Kirk (al que una vez más dobla al español el gran Constantino Romero), Leonard Nimoy como Sr. Spock, DeForest Kelley como el Dr. Leonard McCoy "Bones", Michelle Nichols como la teniente Nyota Uhura, Jimmy Doohan como Scotty, George Takei como Hikaru Sulu y Walter Koenig como Pavel Chejov.

Junto a ellos, como debutante en la serie, la actriz Cathy Hicks en el papel de la bióloga Gillian Taylor, cuya espléndida sonrisa inunda la pantalla, y que, en palabras de Nimoy, hace una interpretación magnífica aportando “una inocencia sorprendida y fresca, mezclada con un cinismo urbano que hace funcionar de forma maravillosa el personaje.”

También aparecen brevemente otros personajes que dan continuidad a la historia como el embajador Sarek, padre de Spock, que desde la serie original de los sesenta interpreta Mark Lenard, o la teniente Saavik (Robin Curtis).


Un poco de Historia
La serie original Star Trek, sus películas, secuelas y spin offs forman parte ya del imaginario colectivo de varias generaciones y constituyen un auténtico fenómeno social en todo el mundo, pero el camino ha sido largo y no siempre fácil.

Todo surgió de la mente de un creador televisivo, el genial Gene Roddenberry. George Takei, el actor norteamericano de origen japonés que encarna al piloto Hikaru Sulu, ha contado recientemente cómo le presentó su proyecto cuando le ofreció el papel. Roddenberry quería presentar una visión optimista y amable del futuro, con la tecnología al servicio del bienestar común de pueblos y razas que viven en armonía.

La serie original comenzó a emitirse el 8 de septiembre de 1966 en la cadena NBC y duró tres temporadas con 79 episodios hasta 1969, en que la cadena decidió cancelarla de forma sorpresiva pese a que era un producto aceptado y rentable.

La productora, Paramount, guardó el proyecto en un cajón y no tenía intención alguna de reflotarla. Solo el inesperado éxito de La guerra de las galaxias en 1977 les hizo desempolvar la franquicia, primero con las películas y luego con más series.

Sin embargo, el elenco protagonista ya estaba entrado en años y en kilos, se les había ignorado durante una década, y sin embargo ellos son los que sostienen verdaderamente Star Trek junto con su creador, Gene Roddenberry, al que se relega, sin embargo, a un papel de mero asesor, porque en esta nueva etapa, Paramount considera Star Trek un proyecto estratégico, de estudio, para el que se maneja un alto presupuesto, guiones y directores diversos. Sin embargo, es solo en el momento en el que los originales de la serie toman las riendas cuando se produce el despegue. Es el propio Leonard Nimoy el que se postula como director, el que consulta a Roddenberry, el que supervisa los guiones y apuesta por un relato fresco, dinámico, novedoso y divertido para Misión salvar la Tierra, a la que dota también de un mensaje muy actual en el momento. Recordemos que en aquel entonces la caza de ballenas estaba desregulada, era indiscriminada en todos los mares y llevaba a estos cetáceos, parientes cercanos del hombre, a una extinción segura. Aún hoy en día, las ballenas, como otros mamíferos marinos, no tienen su supervivencia asegurada porque hay países como Noruega o Japón que amparan su caza bajo supuestos “científicos” que ocultan su objetivo comercial, y torpedean en los organismos internacionales cualquier iniciativa conservacionista.

Ya en los ochenta vinieron desde muy lejos para avisarnos de que cuidemos el planeta. Ellos siguen su viaje, para llegar donde nadie ha llegado antes. Larga vida y prosperidad.

Víctor Sánchez González


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El tren del inferno (1985, Andrei Konchalovsky) Runaway Train


El mejor film de la Cannon

“Runaway Train” que es su verdadero título, es sin lugar a dudas bajo mi percepción, la mejor película que produjo la mítica “Cannon Group, Inc”. No ha sido pieza inolvidable de nuestra niñez como otros títulos de la productora, pero si consiguió que Menahem Golan y Yoran Globus obtuvieran con esta producción, el ansiado reconocimiento unánime de la crítica.

En 1985, un año con producciones tan sobresalientes como “Memorias de África”, “El color púrpura”, “ “El honor de los Prizzi”, “El beso de la mujer araña”, “Ran”, “Único Testigo”, “Brazil” y blockbusters del calibre de “Regreso al Futuro”, “Cocoon” o “Rambo”; Golan y Globus lograban que una de sus películas obtuviera tres nominaciones al Oscar, concretamente a “Mejor Actor”, “Mejor Actor de reparto” y “Mejor Montaje”.

Menahem y Yoran lograron hacerse con un guión escrito (desechado en su momento) por el maestro Akira Kurosawa, y pese a dotar a la película de un presupuesto ridículo, intuían que tenían un buen proyecto entre las manos, por ello adelantaron el estreno de la cinta en unas pocas salas de Estados Unidos, al 6 de Diciembre de 1985, con el fin de que la película pudiera tener opciones de competir en los Globos de Oro y en los Oscar. Y no fue hasta el 17 de Enero de 1986, que la película llego al gran público siendo estrenada en 965 salas de todo el país.



La historia de un genio

Si hay una temática concreta que posee excelentes películas, además de la Guerra del Vietnam, es el drama carcelario. “Runaway Train” venía precedida de producciones tan notables como “El expreso de medianoche” (1978), “Fuga de Alcatraz” (1979), “Brubaker” (1980), en incluso “El beso de la mujer araña” del mismo 1985.

Bien, qué es lo que hace entonces que un film de tan pequeño presupuesto pueda colarse entre los mejores del género; simplemente contar con un guión basado en la historia escrita de uno de los mayores genios de la historia del cine, Akira Kurosawa. Es curioso a su vez que “Runaway Train” llegase a nosotros el mismo año en que Kurosawa estrenaba su última gran película, “RAN”.

Pese a las modificaciones en el guión, sigue poseyendo esos rasgos característicos que impregna el genio nipón. La mediocridad humana, la violencia, la dificultad de redención para los hombres, la esperanza, los demonios interiores de cada uno, el desengaño, una fuerte influencia shakesperiana... Hasta los entornos exteriores y el clima, tan importantes en la filmografia de Kurosawa, están presentes en “Runaway Train”.


 Al contrario que otros dramas carcelarios versados en presos carismáticos que logran cautivar rápidamente al espectador, en “Runaway Train” se presentan personajes sin ningún tipo de “edulcorante”.


Los actores, clave del éxito.

Si hay algo que destaca en esta película, aún por encima de su historia, son las interpretaciones... Contamos con cuatro personajes principales que bordan sus papeles.

Para el papel protagonista del preso “Manny Manheim”, se eligió a Jon Voight, un tremendo actor que por aquel entonces sufría el olvido de Hollywood, pese a protagonizar films tan notables como “Cowboy de medianoche” (1969), “Deliverance” (1972), “Odessa” (1974) y ganar el Oscar a mejor actor en 1978 por “El Regreso”.

Voight realiza una interpretación magistral e inolvidable, un personaje brutal que le llevó a ganar el Globo de Oro como mejor actor dramático del año, y a estar nominado al Oscar, que perdería de manera injusta pese a ser favorito al premio.

Para el papel del joven preso “Buck McHeegy”, se decantaron por un semi desconocido Eric Roberts, hermano mayor de la por aquel entonces desconocida Julia Roberts, y que en este film logra al momento cumbre de su carrera alcanzando la nominación al Oscar como mejor actor de reparto, para caer después en todo tipo de producciones de serie B.

El despiadado y obsesivo alcaide “Warden Ranken” sería interpretado por John P. Ryan (“M.A.S.H.”, “Elegidos para la gloria”), papel que bordaría. Aún recuerdo cuando al inicio de la película, tras caminar por uno de los pasillos de la prisión uno de los presos le espeta un insulto, se vuelve y dirigiéndose a los presos dice aquello de: “sois todos muy hombres escondidos en la oscuridad pero os voy a decir cual es vuestro puesto; primero está Dios, después yo, luego los guardias, después los perros que están en la perrera y por último vosotros, que sois peor que la basura, no servís para nada, ni a vosotros mismos...”.

Y para interpretar a la joven trabajadora ferrovial “Sara”, se elegiría a Rebecca De Mornay, que está irreconocible y cumple de manera sobresaliente con el papel.


Otros aspectos destacados

Para dirigir la película se optó por Andrei Konchalovsky, director soviético con experiencia que por aquel entonces intentaba labrarse un futuro en Hollywood después de triunfar en Cannes en el 79 con “Siberiada”, así que nadie mejor que él para rodar en los inhóspitos parajes de Montana ambientando los alrededores de la ficticia prisión de máxima seguridad localizada en Alaska. Una opción segura y económica para la Cannon.

Otro aspecto fundamental en una producción de bajo presupuesto es el montaje, a cargo de Henry Richardson, que ya tenía experiencia como montador en algunos films de James Bond, y que para “Runaway Train” realizaría una labor magistral por la que sería nominado al Oscar.


Conclusión

Los lectores de este artículo observarán que no he contado prácticamente nada de la historia, y es porque me gustaría que todos aquellos que no la han visto pudieran visionarla de la misma manera que pude hacerlo yo hace más de 20 años en la 2. Y es que nos encontramos ante otro de esos injustos casos de olvido fílmico. Hace no mucho leí un artículo en Internet donde se indicaba un listado de las 25 mejores películas de temática carcelaria, y esta no estaba entre ellas, y sí películas un tanto mediocres como “La última fortaleza”. Eso me hace pensar que parte de las personas que escriben sobre cine tienen un conocimiento demasiado genérico o actualizado sobre el cine. Espero que mi artículo sirva para que muchos podáis descubrir esta pequeña maravilla de la extinta e inolvidable “Cannon Group”.


Rafael Fernández Moreno

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